K y yo subimos al trole en avenida 24.Como la noche caliente la obligó a usar un vestido liviano, al caminar hacia los asientos del fondo la bambulla negra flota sobre su cuerpo pálido.
Toda ella es pálida.
Soy moreno. Un tanto robusto; pero no mucho.
Soy moreno. Un tanto robusto; pero no mucho.
Debe ser la razón por la cual me atrae su palidez.
Al sentarnos, K comienza a frotarse contra mí.
En la siguiente parada una mujer de blusa amarilla sube con aire distraído. El techo sale disparado hacia las nubes; una porción de cielo se acomoda en el interior del trole.
Ahora viajamos por el espacio.
K continúa frotándose. Pero la mujer de blusa amarilla me distrae con su mirada multiradiante.